30 dic 2005

el sabor del reencuentro II

Once años después el valor de la amistad toma un nuevo sentido para mí. El esperado y a la vez temido viaje ya se ha producido, y como me temía, no me ha dejado indiferente. Más bien ha dejado una profunda huella en mi.

Me gustaría que recordaseis las palabras que escribí sobre el miedo que suponía reencontrarse con un pasado tan claro y tan “presente” una década después. En ese artículo, “El sabor del reencuentro” muestro el nerviosismo que me había provocado un inesperado encuentro. Escribir dicho artículo me ayudó mucho a tirar por tierra todas mis expectativas, que no eran pocas y a concienciarme de que durante el viaje vería cosas que me harían daño.

Pues he de decir que gracias a ello iba con la intención de visitar al mayor numero de amigos posible sin esperar nada a cambio de ellos, ni siquiera que el sentimiento de nostalgia y añoro fuera mutuo. Suprimí de mi cabeza el deseo de me recibieran con un abrazo, de que me recordaran episodios vividos juntos, y mucho menos que se molestasen en relacionar el rafa que soy con el que fui.

Solo me motivaba el hecho de verlos y saber cómo se encuentran en la actualidad.

Nada más lejos de la realidad. Me he sentido desde el primer día superado por lo que me estaba sucediendo.

Nadie, y repito nadie, ha renunciado a la posibilidad de abrazarme 4100 días después, tampoco nadie estaba dispuesto a que ese momento fuera un hola y adiós. Y el “nadie” al que me refiero es un nadie entre decenas y decenas de personas. ¿Podéis haceros una idea de la satisfacción que produce que tras tanto tiempo sin contacto te abracen con todas sus fuerzas, te besen y te digan al oído que esta misma semana se han acordado de ti?

Lágrimas de emoción son el resultado de muchos momentos vividos, después arrebatados, después recordados, añorados, semi-olvidados, y ahora revividos… y es que como dijo uno “el que te quiere nunca muere…”

Y como ya he dicho al comenzar, en mi escala de valores la amistad va adelantando posiciones día a día. Lucharé por guardar a mis amigos como mi segundo mayor tesoro. Robarle momentos inolvidables como los que paso con el príncipe (la serpiente), es una de mis ambiciones en mi vida. Desde aquí un consejo casi robado de mi héroe Estefi. Por favor, cuidad vuestras amistades, amadlas, aprended de ellas, ayudadlas cuando lo necesiten, disfrutad de la vida con ellas, reíd y llorad con ellas, porque en definitiva ¿de que te sirve cualquier otro bien sin amistades para compartirlo?

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